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CATÓLICA 3 – O’HIGGINS 2
He ido toda mi vida al estadio. Mi mama me llevo a San Carlos la primera vez en el invierno del 93 y puedo asegurar que, durante todos estos años, el único cotejo en donde nadie estaba pendiente del partido fue este. Las miradas estaban puestas en la galería, en los lumazos, en los tablones que volaban, en los lienzos que se desplegaban (por los ojos que no se abrirán para ver futbol). Dituro y Aued peleaban con los hinchas, se palabreaban con bronca buscando calmar al huracán que lo removía todo. Incluso el Luli, después del partido, salió a declarar: ≪Como no voy a entender a la gente, si tengo un hermano sin trabajo hace muchos meses allá en la Argentina≫. Ganamos 3 a 2 y nadie se fue comentando goles o jugadas. Todos hablaban de excesos, corridas y rejas derribadas.
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LA CALERA 1 – U. CATÓLICA 1
No se puede ir al estadio. Las hinchadas visitantes están prohibidas. El gobierno tiene miedo (le tiembla la pera como se dice en jerga futbolera), creen que puede venir un nuevo Estallido Social desde las galerías y prefieren confinar a los hinchas en sus casas.
La Andrea me llama y me dice que se puede conseguir entradas con el Chiqui Cordero. Tendríamos que infiltrarnos en la marquesina cementera y ver el cotejo entre un mar de camisetas rojas.
Desconozco los vínculos que ella tiene con el lateral izquierdo (pese a la patudez crónica que me caracteriza, no me animo a preguntarle, quizás se comen y comparten besos con sal). Historias más, historias menos, ficciones muchas, ficciones pocas, no logra conseguirse las entradas y me junto con mi viejo a ver el partido. Me invita a La Fuente Chilena de Pedro de Valdivia. Entre churrascos italianos y cervezas quedamos con gusto a poco por el empate a uno. Pese a estar jugando con un corajudo y difícil rival, el error de Dituro nos privó de un sexto triunfo consecutivo.
Lo dejo en un taxi y nos despedimos con un abrazo tímido. Veo al auto perderse en la inmensidad de una ciudad que respira inmediatez y desechos.
Soy parte de un grupo de WhatsApp que se llama Identidad UC. Lo que reúne a sus casi cincuentas integrantes es nuestro amor de tripas y dientes por la Católica. Hay veganos, científicos, filósofos, micreros, cuarentones, todivoros, bisexuales, rockeros, anarquistas, peluqueros, punks, amargos, enfermeras, melancólicos, alcohólicos, médicos, pianistas y dobles de Charly García. Durante todo el día (los mensajes pueden rondar los 3500 en tan solo una tarde) hay peleas y discusiones prosaicas que tienen como telón de fondo a La Franja. Cuando alguien se excede (sucede más de lo esperado), se piden las disculpas respectivas y el show sigue igual. Recuerdo una discusión de unas y dientes en donde surgió la pregunta: ¿Gary Medel es ídolo de la católica? De la Selección Chilena sin duda que lo es, pero de la Católica…
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Zampedri tiene un tatuaje de la Mona Jiménez o estoy delirando? En la pierna de Matías Dituro hay un tatuaje que dice ≪Padre nuestro que estas en el cielo≫. Lucas Pratto cuando jugaba en la Católica tenía un tatuaje de Homero ahorcando a Bart Simpson.
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Llego una pandemia y la U sigue sin estadio… impresionante y amargo, por decir lo menos.
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Escucho a mi vecino jugar FIFA en el PlayStation. Me genera curiosidad que lo haga con la selección de Croacia que salió tercera en el mundial de Francia 98.
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El Sacha Sáez, actual jugador de Unión La Calera, se cortó los ligamentos. ¿Cómo chucha alguien se puede cortar los ligamentos sin ir a entrenar por culpa de la pandemia?
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¿Cuándo volverá el futbol? ¿Volveremos a San Carlos? ¿Volveremos a comernos un maní confitado adentro del estadio? ¿Volverán los bostezos llorosos de los partidos de la Copa Chile? ¿Volverá el mundo a parecernos reconocible?
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Hoy me comí un pan con pate mientras veía en YouTube goles de Sebastián Rozental.